Massimo llevaba apenas un día en la casa de la colina y ya sentía que algo se le escapaba entre los dedos. No podía nombrarlo con claridad, no sabía cómo sentiré al cien por ciento.
Estaba en un punto en que su vida era un limbo, sentía una ausencia invisible que lo acompañaba en cada rincón. A veces creía que era un recuerdo a punto de aparecer.
Otras veces sospechaba que simplemente le habían robado un pedazo de vida mientras dormía en aquella cama de hospital, pero sabía que debía seguir adelante y encontrar sus recuerdos y esa parte que faltaba en su vida por ahora.
Aquella mañana,mientras Alba se arreglaba frente al espejo del vestíbulo.Massimo la observó en silencio, llevaba el cabello recogido en un moño ligero, una blusa clara y un pantalón sencillo. Se veía hermosa, pero en sus ojos había un brillo que Massimo no reconocía del todo.
—Tengo que irme a una grabación —dijo, mientras revisaba su bolso al notar su parecencia —. No será mucho tiempo, pero. La enfermera vendr