Valentino condujo su auto hasta el hospital donde se hallaba internada su madre. Le informaron que se había desmayado en medio de una reunión con sus vecinas y amigas y llamaron a la ambulancia de inmediato.
Las imágenes de alguna catástrofe pasaban sin detenerse. La sola de idea de una nueva tragedia a la familia no solo recaía en su espíritu como una piedra pesada sino en el tedioso show que debería dar para toda una cadena mundial que no respetaría la más mínima intimidad.
La pesadez de lo ocurrido con su padre le dejó un sabor agrio y una desazón al pisar nuevamente un nosocomio del que quería estar a kilómetros de allí. Mas un alivio lo cubrió completamente al verla libre de máquinas que debieran sostener su vida. Solo tenía una aguja en el brazo por donde pasaba el suero y otros complementos. Los médicos le dijeron que, debido al estrés, el dolor del luto por la muerte de su marido y la falta de vitaminas, aquello podía suceder para una persona de su edad. Iban a mantenerla en o