La primera canción acababa de terminar.
Ella aún recuperaba el aliento, tomada de la mano de Bill, que estaba sonrojado.
Él también reía, tratando de respirar mientras se pasaba un pañuelo por la frente… hasta que su boca se convirtió en una “o” redonda, lo que la hizo fruncir el ceño, confundida.
—¿Me devuelves a mi dama, Bill? —preguntó una voz profunda detrás de ella, haciéndola dar un salto por el susto; estaba convencida de que él no se encontraba allí.
—No soy “tu” dama —replicó.
—Claro, señor —contestó Bill con una sonrisa cómplice, retirándose apresuradamente.
—Gracias, Bill.
Valentino se posicionó delante de ella con el rostro serio, mirándola fijamente, lo que la hizo estremecerse. Acaparó todo el frente, dejándole solo la vista oscura de su traje a medida, quedándose allí, quieto, con las manos en los bolsillos, hasta que ella tuvo que quebrar el momento levantando la mirada hacia él.
Fue allí cuando él sonrió de lado, satisfecho por haber obtenido un pequeño triunfo.
Se mi