Jeremías abrió la puerta de la lujosa suite.
—Bienvenida —dijo en voz suave y firme.
Macarena sonrió nerviosa y entró a la habitación. Aquel lugar era sorprendente. La entrada la condujo al amplio vestíbulo iluminado sutilmente por la lámpara de cristal suspendida en lo alto. El espacio estaba dividido en dos grandes habitaciones; a la derecha, una sala de estar y a la izquierda, un comedor pequeño separado por una pared de vidrio. Al fondo, un pasillo discreto llevaba al dormitorio principal.
—Es realmente hermoso este lugar —murmuró ella con asombro.
Él sonrió al ver su estupefacción. Mientras él estaba acostumbrado a todos esos lujos, ella estaba maravillada frente a todo.
—Creo que deberías darte una ducha y descansar. Él dormitorio está al final del pasillo. —sugirió él.
—Sí, necesito darme un baño. Este día ha sido interminable.
—Lo imagino.
—Pero… ¿puedo cerrar la puerta? —preguntó ella con cierta desconfianza.
—No te preocupes, no me moveré de aquí. —dijo abriendo sus b