Me vengué de mi Ex casándome con su tío
Me vengué de mi Ex casándome con su tío
Por: AZAHARA
1/ Un mal día

Macarena despertó sobresaltada; tomó su móvil y confirmó la hora. 

—¡Joder! René va a matarme —exclamó. 

Se había quedado dormida, justo el día en que debía medirse el vestido de novia que llevaría en la celebración más importante de su vida; su boda con el multimillonario Lucas Fontanelli. 

En una semana, estaría frente al altar con el hombre que amaba, su sueño se había hecho realidad. 

De un salto, se levantó de la cama, fue hasta el baño para lavarse el rostro, se cepilló, puso enjuague bucal;  recogió su cabello en una coleta alta. Regresó a la habitación, se quitó el camisón de algodón. Fue hasta el guardarropas, tomó unos vaqueros desgastados, franelilla de algodón y sus tenis.

En pocos minutos, ya estaba lista. Salió de su habitación y se dirigió hasta la puerta principal. Colocó su mano en la manilla y justo cuando iba a girarla, sonó el timbre.

Miró, a través del ojo mágico, antes de abrir la puerta. Debía ver de quién se trataba. 

¿Quién era aquel joven alto y delgado que tocaba a su puerta? Se preguntó Macarena con curiosidad. Luego de observarlo con detenimiento por algunos segundos, notó que vestía un uniforme azul identificado con un logotipo bordado en el bolsillo derecho de la camisa. Se trataba de un empleado de una empresa de correos, por lo que finalmente le abrió la puerta.  

—Sí, ¿qué desea? —preguntó ella con tono suave. 

—¿Es usted la señorita, Macarena Suárez? 

—¡Sí, soy yo! —afirmó. 

—Esto es para usted —dijo mostrando la caja de unos 30x10cm de color blanco y  delicadamente decorada con letras doradas.  

—Gracias. —respondió ella mientras, cogia el paquete que aquel muchacho le daba en la mano. 

—¿Puede firmar aquí, por favor? —preguntó el joven colocando la carpeta frente a ella. 

Macarena sonrió, tomó el bolígrafo y firmó en el lugar que le señalaba. 

—Gracias —respondió el joven y se retiró, mientras ella cerraba la puerta. 

¿Qué había dentro de aquella delicada caja? 

Miró con curiosidad la caja. Sin embargo, al ver que estaba casi montada en la hora, la dejó encima de la mesa de centro y se giró para marcharse. Dio algunos pasos y de pronto se detuvo. Nuevamente, la curiosidad por descubrir que había dentro de aquella caja, la envolvió. 

Con la caja en mano, salió del apartamento y bajó las escaleras. Fuera estaba estacionado su Wolkswagen Golf 1985, color rojo. Subió al coche, dejando la caja en el asiento del copiloto. Luego, condujo hasta el atelier, donde el diseñador encargado de realizarle los ajustes a su vestido, la esperaba impaciente. 

Minutos más tarde, el coche se detuvo frente a la prestigiosa  tienda de vestidos exclusivos para novias.   

Macarena bajó apresuradamente del vehículo. 

—Por fin llegas, querida. Llevo diez minutos esperando por ti. —recriminó el modista.

—Lo siento, lo siento mucho —Se excusó la morena, realmente apenada por su tardanza.

—Vamos querida, muévete. No perdamos más tiempo. En diez minutos llegará mi próxima clienta y estoy de afán. 

Macarena asintió. Lo siguió hasta la parte de atrás donde estaba el elegante vestido que había elegido para su boda. 

—Quítate esos vaqueros y esos tenis. —le ordenó— podrías ensuciar o dañar esta joya de vestido. 

Hizo un gesto despectivo, mientras la morena ponía los ojos en blanco con fastidio. 

—Si no fuera porque Lucas me ha pedido que te atienda y me ha pagado un buen dinero, te dejaría fuera de mis citas y terminarías casándote con uno de esos trapos que venden en las tiendas on line—pronunció en perfecto inglés. 

—Vamos que no exageres, que apenas si me he tardado diez minutos.

—Para las celebridades como yo, el tiempo es oro, querida. Ahora ve al probador. —dijo tomando asiento frente a la pequeña pasarela de exhibiciones. 

Macarena tomó el vestido y entró al cubículo. Comenzó a desvestirse con rapidez. 

Minutos después, salió luciendo el majestuoso vestido blanco con corte de sirena, escote delantero en V ligeramente pronunciado y adornado en pedrería. 

—¿Me ayudas a cerrarlo? —preguntó la morena, dándole la espalda al diseñador. 

El modista se puso de pie, trató de subir la cremallera del vestido, pero no pudo.  

—¡No puedo creerlo! Has engordado. —dijo elevando el tono de su voz; provocando un escandalo por los apenas 50mm que le dificultaban cerrar el vestido.

—¿Qué dices? ¿Pero si me he seguido al pie de la letra la dieta que me has indicado? 

—No pienso dañar este diseño sólo porque te has comido un par de churros el fin de semana.

—No puedes hacerme esto, tío. —replicó Macarena.— Que es el vestido que he elegido para mi boda. 

—Entonces tendrás que quedarte sin comer hasta la noche de la boda. 

—Lo que sea, pero por favor, no me dejes sin ese vestido, —dijo en tono suplicante— ¡Te lo ruego! 

—Está bien, no exageres. Ahora ve y quítatelo con cuidado de no romperlo. Y date prisa que ya mi otra clienta debe estar por llegar. 

Macarena fue rápidamente al vestidor, se cambió de ropa y salió con el delicado traje colgando en sus dos brazos.  

—Aquí lo tienes.

—Te espero el viernes a las 9:00 de la mañana. O estás aquí a esa hora o ve pidiendo un vestido en una tienda virtual. 

La morena exhaló un suspiro. René era uno de los diseñadores más reconocidos del país, pero también el más arrogante de todos. 

Macarena cogio su bolso y caminó hacia la entrada, cabizbaja y con el autoestima por el piso. Abrió la puerta de vidrio y sin darse cuenta tropezó con una elegante mujer, quien sin mediar palabras la empujó con ambas manos haciéndola retroceder y golpearse con uno de los maniquí. 

—¡Ahhh! —gritó René aterrado, al ver el maniquí cayendo al piso, seguido de la morena. — Eres un completo caos, no entiendo como un hombre tan importante como él, puede casarse con una chica tan torpe como tú. 

Macarena se incorporó lentamente con la ayuda de una de las empleadas de limpieza. 

—¡No fue mi culpa! Esta tía me ha empujado. —dijo intentando defenderse de los insultos del diseñador. 

—¡Qué ordinaria eres! La señorita Isabella Berlusconi, no sólo es mi clienta VIP sino que es una de las mujeres más adineradas del país —replicó.

La rubia de nariz respingada la miró de forma altiva. 

—No pierdas tu tiempo, con personas como esa, querido. Mejor vayamos a tu oficina. Tengo un encargo muy importante que hacerte ¡Me caso en dos semanas! —exclamó emocionada. 

—Sí. —respondió mirando de reojos a la morena. 

Macarena salió del atelier. Miró a ambos lados pero su coche no estaba. 

—¡Joder! ¿Dónde está mi coche? —dijo mientras buscaba con la mirada. 

Vio a un par de metros, la grúa remolcando su vehículo. Corrió por la acera, bajó hasta la carretera gritandole al hombre de la grua. 

—Aguarde señor, por favor. No se lleve mi coche. —gritó con desesperación.—  ¡Joder! 

La morena se detuvo en medio de la carretera. Sus esfuerzos por detener al conductor de la grúa fueron en vano. El pitido de una bocina, la hizo reaccionar. Tuvo que subirse de prisa a la calzada para no ser atropellada mientras el chofer del otro…

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