Había tomado la decisión de no asistir a ese encuentro con Fabián, no había sido fácil, pero no había vuelta atrás. Intenté dormir y no pensar, pero las palabras de Alison retumbaban dentro de mi cabeza.
«¿Siento algo por Fabián?» «¡No es imposible!»
Me repetía una y otra vez.
De nuevo intenté dormir, pero el insomnio era demasiado fuerte. Me levanté, bebí un poco de leche tibia como solía darme mi mamá cuento era niña, y logré relajarme un poco. Me senté en el sofá de la casa de Alison y no pude evitar llorar de nuevo. Había caído tan bajo, me sentía tan sola; que volver al Luxury al día siguiente parecía ser algo muy difícil de conseguir.
Aún me costaba entender que tuviera razones para aceptar, para firmar ese contrato, para dejarme tocar y acariciar por hombres que solo quieren placer; y por aceptar el dinero que ahora reposaba en la pequeña gaveta de la mesa de noche de mi actual y temporal habitación.
Respiré profundo, limpié mis lágrimas con fuerza y acepté que la vida seguía y