「Samanta」
La semana transcurrió como si estuviéramos protagonizando una fantasía de catálogo matrimonial. Desde el martes hasta el viernes. Cada día se parecía al anterior. El reloj marcaba el mismo ritmo. Los pasos de Matías sonaban igual de suaves sobre el parquet. El aroma a su perfume llenaba el pasillo a la misma hora, la luz del sol caía sobre la mesa del comedor exactamente igual, y yo… yo me sentía como una actriz sin libreto repitiendo escenas improvisadas.
Matías me llevaba el desayuno a la cama y salía temprano cada mañana. Traje impecable. Reloj caro. Actitud serena. Un beso en la frente y una taza de café con leche vegetal entre las manos.
—Desayuna tranquila —me decía—. Hoy tienes que descansar.
Se iba, y todo quedaba en silencio.
Yo me quedaba sola en el penthouse, sin tener que enfrentar todavía el caos que reinaba en Sandoval Holdings. Mi padre no había dado señales de vida, y la empresa seguía tambaleando entre rumores, versiones, y una directiva que ya no sabía en q