ARIA
Desperté de golpe, con el sonido de gritos a mi alrededor: los de Jasper y Kiro, pero entre ellos también se colaba la voz angustiada de mi madre.
El aire estaba pesado, denso… y el dolor me invadió como una oleada. Mis ojos luchaban por abrirse, pero no pude evitar gemir al intentarlo.
Fue entonces cuando lo ví.
Seik estaba a mi lado, su rostro lleno de angustia. La expresión que le cruzó el rostro al verme fue algo que nunca había visto en él: una mexcla de sufrimiento, desesperación y una tristeza que no se podía ocultar.
Era como si hubiera tenido miedo de perderme.
Intenté moverme, pero mi cuerpo estaba tan pesado, tan débil...que cuando me incorporé, quizás demasiado rápido, sentí que el mundo comenzaba a girar, pero algo me empujó a sentarme, a reaccionar. Antes de que pudiera darme cuenta, me encontré abrazando a Seik con una desesperación que no podía controlar. Era como si al tocarlo, al sentir su presencia, mi cuerpo entendiera que estaba a salvo.
—Creía que te perdí