ARIA
—No veo que te estés oponiendo con demasiada convicción… —me dice el Comandante, con una mirada engreída.
‘¡Pues claro que no, maldita sea!’
Mi mente es un campo de batalla cada vez que estoy con él. Una lucha constante. Mi cuerpo quiere rendirse, dejarse llevar, perderse en el placer y liberar todo este deseo contenido… pero mi mente se aferra con fiereza a la realidad.
Me recuerda, sin descanso, que el Comandante no es mío. Que comparte su cama con otras hembras. Puedo ser su compañera pero no llevo su marca.
Desde pequeña me enseñaron que la mayoría de los machos, aun teniendo compañera, se aparean con otras. Que no se guardaban solo para una.
Para mí era normal que la mayoría de los machos tuvieran varias mujeres. Pero en aquel entonces, no sabía cuánto dolía.
Y lo peor… no puedo quejarme. No voy a mostrar debilidad confesándole que me duele saber que estuvo con Gema… o con quién sabe cuántas más.
Y sin embargo, aquí estoy… gimiendo, incapaz de contenerme, buscando s