A tu paso (2da. Parte)
El mismo día
New York
Bobby
Una de las frases que siempre recuerdo de mi madre es: “Aunque tengas miedo a saltar, hazlo rápido, sin pensar, y verás que valió la pena cuando estés del otro lado.” En ese momento, pensé que solo hablaba del miedo a volar —y tenía sentido, porque la empresa de mi familia fabrica aviones, y volar corre en nuestras venas. Pero con el tiempo entendí que esa frase tenía un significado mucho más profundo.
Vivimos como pequeños animales acorralados por el miedo a lo desconocido, paralizados por la incertidumbre que nos impide avanzar. Nos cuesta dar un solo paso sin cuestionarlo una y otra vez, y mucho más cuando el corazón está expuesto, desnudo, al viento y a las heridas del pasado.
Quizás por todo ese miedo, por las cicatrices que todavía duelen, dejé de lado la prudencia y fui sincero con Violet. Pensé que, a nuestra edad, lo mejor era no esconder nada, no jugar a medias, ser directo. Pero me di de bruces contra una pared invisible cuando capté el peso que