Dos días después

New York

Violet

Sabemos que el cuerpo humano se regenera. Los tejidos se sanan. Las heridas cierran en un lapso más o menos predecible. Hay protocolos, tiempos estimados, y guías médicas para casi todo. Pero el corazón… ese no sigue ningún manual.

No hay tratamiento que apure el duelo, ni bisturí que repare una traición, ni calmante que quite la incertidumbre de amar de nuevo. Las emociones no responden al tiempo biológico, y menos al reloj de los demás. El corazón se toma su tiempo, incluso cuando uno cree que ya pasó todo, que ya está listo. A veces avanza. A veces retrocede. A veces se esconde.

Sanar no es lineal. No se trata de despertarse un día y dejar de sentir. Es un proceso lento, silencioso, a veces invisible para el resto. Hay momentos en los que te sientes fuerte, capaz de empezar de nuevo… y otros en los que el miedo te paraliza. Miedo a equivocarte. A confiar. A que me vuelvan a romper. Y aún así, lo intentas, porque abrirse de nuevo no siempre significa