—¡Ah! —gritó Isabella asustada—. ¡Mi vestido era nuevo!
Ya al límite y soportando el ardor en los ojos, Ximena se limpió la cara y se dispuso a enfrentar a la histérica.
—¡¿Ya terminaron?! ¡Si quieren saber por qué hay fotos mías en el celular de su marido, pregúntenle a él! ¡No tengo idea! ¡No pue