El reconocimiento de Silvina como hija adoptiva por parte de la familia Martínez, sin duda, fue un gran acontecimiento.
Al menos en todo Xenia, casi todas las familias influyentes enviaron regalos y felicitaciones.
Bueno… con una sola excepción: Leonel.
Porque, en realidad, todos recibieron invitación… excepto él.
Por eso, cuando Leonel apareció en la residencia Martínez con un regalo en las manos, sin invitación y sin previo aviso, la atmósfera festiva se congeló al instante.
Leonel seguía siendo Leonel:
O no hacía nada… o, cuando lo hacía, dejaba a todos sin aliento.
Tomás dio un paso adelante y entregó respetuosamente la lista de obsequios:
—Señor Martínez, este es el presente que nuestro presidente envía en honor a la ocasión. Le rogamos que no lo rechace.
El señor Martínez quiso negarse.
Pero al cruzar su mirada con los ojos gélidos de Leonel, sintió una presión casi tangible, como un peso abrumador que caía sobre sus hombros.
Esa misma presión que lo había sacudido la primera ve