Después de ajustar sus emociones, Silvina se enderezó y dijo con seriedad:
—Perdón, parece que las he puesto a todas nerviosas conmigo.
Las demás reaccionaron entonces, agitaban las manos diciendo:
—¡No pasa nada, nosotras también estábamos muy interesadas en escuchar!
En ese momento, la anfitriona intervino:
—En nuestra casa tenemos un huerto, y justo en esta temporada es tiempo de cosecha. ¿Qué les parece si vamos todas a divertirnos un rato?
La propuesta, como era de esperar, recibió la aprobación de todas, incluida Silvina.
Silvina caminó lentamente siguiendo al grupo hacia afuera.
En efecto, detrás de la casa se extendía un gran huerto.
—Poder conservar un huerto en un lugar como este, realmente no es nada fácil —comentó Silvina, incapaz de ocultar su asombro.
La anfitriona, Señora Moreno, respondió con una expresión orgullosa:
—Este terreno lo hemos tenido durante muchos años. Aunque mi esposo se dedica principalmente al desarrollo inmobiliario, esta parcela no la destinó a la c