Estoy completamente excitado, por eso, aunque mi cabeza me dice que debo detenerme y enseñarle a mi mujer de una forma diferente que solo la quiero a ella, mi boca se pega a la intimidad de ella y succiona cada preciada parte que extrañaba saborear.
— ¡Maximiliano! — exclama ella como si fuera algo vergonzoso.— Ni te atrevas a detenerme, porque tú fuiste quién me provocó. — le digo de inmediato.— Espera un momento.— He esperado durante meses por tantos malentendidos y decisiones de mierda que he tomado, ya no pienso esperar más cuando mi mujer me ha provocado así. — digo pegándome a ese exquisito coño mientras ella se retuerce del placer, porque aunque quiere fingir que no está lista, su intimidad que parece un rio que me dice que estaba esperándome hace mucho.Estamos locos, lo sé, acaba de salir del hospital y no fue porque