Maximiliano se ve sucio, pareciera que acabara de venir de una guerra, pero, ya ese no es mi problema. Por lo que, tomo la mano de mi hermana y me marcho con ella hasta la sala donde juego con ella y su cuidadora.
— Axael, ¿puedes venir un momento conmigo? Necesito hablar contigo.— Lo siento, pero no creo tener energía para lidiar con tus mierdas.— ¡Linda! ¡Grosera!— Oh, lo lamento, hermosa. No lo volveré a decir. — susurro.Maximiliano no se marcha y a mí me preocupa que mi hermana note que las manchas rojas que tiene mi esposo sea sangre, ya que, eso la alteraría.— Vaya a bañarse, no quiero que mi hermana sufra por ti.— ¿Qué dices?— La sangre la altera.— ¡¿Sangre?! — grita mi hermana y de inmediato abraza a su cuidadora.— Tranquila, solo hemos mencionado la palabra prohibida para