9. El Precio del Secreto
El amanecer no trajo alivio.
Me desperté con los músculos tensos. El recuerdo de la biblioteca aún me recorría la piel: el roce calculado de sus dedos, el susurro en mi oído, la cercanía peligrosa que había contenido más que un beso. Max no había cruzado la línea, pero había sabido trazarla demasiado cerca.
¿De qué tienes más miedo? ¿De la oscuridad... o de mí?
No lo sabía.
Me levanté y abrí el armario. Elegí una blusa de seda beige, pantalones negros y tacones medianos. Neutral, pero con filo. El baño me devolvió un reflejo cansado, pero los ojos tenían un brillo nuevo. No era inocencia. Era determinación.
Me maquillé con cuidado. Si iba a enfrentar lo que fuera que me esperaba ese día, lo haría con la armadura completa.
Mientras bajaba, los empleados desviaban la mirada al cruzarse conmigo. Ese gesto fue peor que una palabra: el saludo de quienes saben un secreto que tú aún ignoras.
El comedor estaba vacío. Max había salido temprano, como siempre hacía cuando quería evitar conversac