132. Daño Colateral
Camila
Las llaves se me caen tres veces antes de lograr abrir la puerta de mi apartamento en Chamberí. Mis manos tiemblan demasiado, mi visión está borrosa por las lágrimas. Cuando finalmente entro, me derrumbo contra la puerta cerrada, deslizándome hasta quedar sentada en el suelo.
Dos semanas. Solo dos semanas después de que Diego me dijera que "necesitaba tiempo". Y ahí estaba él, radiante, sosteniendo la mano de Amalia, presentándola como su novia.
Un sonido animal escapa de mi garganta—parte sollozo, parte grito de rabia. El dolor físico en mi pecho es tan intenso que me doblo sobre mí misma, abrazando mis rodillas.
Me arrastro hasta mi habitación sin encender las luces. No tengo energía para quitarme la ropa. Me acurruco en posición fetal sobre las sábanas frías, aferrándome a la almohada como si pudiera protegerme de este dolor que amenaza con partirme en dos.
El agotamiento emocional me arrastra hacia un estado de duermevela donde los recuerdos flotan como fantasmas...
Seis añ