Finalmente llegamos a nuestra casa, ahora podía sentirla como mía sin pensar que todo era una mentira. Apenas mi niño bajó del vehículo corrió hacia la vereda y quedó boquiabierto con lo grande que era el lugar, nunca había estado en una casa de ese tamaño, que además tenía una bonita entrada y una energía familiar.
-¡Es un castillo!- gritó y corrió hacia la entrada
Ambos, mi esposo y yo, nos miramos divertidos por la emoción del niño.
Nicolás corrió detrás de él y lo alzó, haciéndolo girar en el aire mientras reían.
-¡Si, Es un castillo! Y tú eres el príncipe-
-¿Y quién es mi princesa?- dijo mi hijo pensativo.
-Eres muy chico todavía para eso- respondí celosa
-Ya vas a tener tiempo cuando seas grande para romper corazones- respondió divertido Nicolás y yo puse los ojos en blanco. Claro que era una broma, mi hijo sería un caballero con las mujeres.
-Bueno, ¿Entramos al castillo su alteza? - le preguntó Nicolás mientras lo bajaba y luego le hacía una reverencia.
-¡Siii!- gritó eu