Mientras tanto, abajo, Evan apenas podía concentrarse en las conversaciones que se daban alrededor de la mesa. Los Sinclar hablaban con entusiasmo sobre las actividades del fin de semana, pero él solo podía pensar en Hayley. ¿Estaría dormida? Esperaba que no y así poder retomar la conversación que había quedado a medias. Su mente volvía una y otra vez a la expresión de indiferencia con la que ella lo había tratado desde que llegaron. Esa distancia lo torturaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Finalmente, cuando todos comenzaron a prepararse para cenar, se levantó con la excusa de buscarla.
Subió las escaleras con pasos deliberados, intentando contener el revoltijo de emociones que lo invadía. Cuando llegó a la puerta de la habitación, tocó pero al no recibir respuesta la abrió con cuidado, procurando no hacer ruido. Lo que vio al entrar lo dejó inmóvil.
Hayley estaba allí, dormida sobre la cama. Su cabello caía en ondas desordenadas alrededor de su rostro, y su pecho subía