Mundo ficciónIniciar sesiónNo pertenezco aquí, desde el momento en el que conozco a Ronan Moretti, un letal y cruel abogado, multimillonario y CEO de una de las firmas de bufete más importantes del país, está claro que me quiere por una razón; mi parecido con alguien de su pasado, y al mismo tiempo me odia, furiosamente, su mirada salvaje me eriza la piel cada que clava sus ojos color humo sobre mí. Tengo que alejarme de él, chicas como yo, son un bocadillo para depredadores como él, pero es el único que puede ayudarme a recuperar mi vida, solo que a cambio quiere algo; que me case con él. ¿Cómo llegar a un corazón en el que no queda más que desprecio? ¿Podrá algún día dejar de verla en mí? —En mi juego solo hay peones y una reina, elige cuál quieres ser, Regina Lombardi.
Leer másKENDRACuando despierto, me encuentro en una cama de hospital, siento como si hubiera dormido una eternidad, me tomo un par de segundos para pensar en todo lo que ha pasado, he perdido la noción del tiempo, por lo que no recuerdo mucho y tampoco sé cómo es que llegué aquí. —Joder —me quejo al verme conectada a varios aparatos. Me incorporo y enseguida me duele la cabeza, todo me da vueltas y me toma un par de segundos acoplarme. —Tienes que descansar. Una suave voz hace que levante la mirada, Regina está entrando a la habitación, lleva en la mano un café, al que le da un sorbo delante de mí como su broma personal, sabe que me gusta el café y lo hace a propósito. —¿Cuánto tiempo llevo aquí? —inquiero con cautela. —Tres días. Me sorprendo. —¿De verdad? —Sí, has estado en revisión, y dormida profundamente, al principio los doctores tuvieron que inyectarte un par de sedantes, pero nada que te pudiera alterar después, creo que solo estabas demasiado cansada —me dice acercándose.
KENDRAEl corazón se me detiene cuando escucho la explosión, todo pasa tan rápido, que me cuesta trabajo comprender lo que está pasando, pero Kratos me protege con su cuerpo, seguimos escuchando varias explosiones más hasta que la alarma suena, una sirena que me aterra y que me eriza la piel. Mi pecho sube y baja debido al subidón de adrenalina. —¡¿Qué es lo que sucede?! —exclamo llena de pánico. —Liam —dice Kratos y me congelo. —¿Qué?... Afuera puedo escuchar el escándalo de las personas, de los hombres de Ronan, sabía que se trataba de cuestión de tiempo para que Liam me encontrara, pero nunca imaginé que sería tan pronto, le tomó solo muy poco tiempo para dar conmigo, para saber en dónde estoy ahora. Creo que Regina y Ronan tomaron la buena decisión de dejar a los niños en Italia, me muero si algo les pasa, y ahora, temo por sus vidas, aunque algo me dice que Ronan jamás permitiría que algo malo le pasara a su mujer. —Tenemos que salir. La voz ronca y decidida de Kratos hac
KENDRAMi mente ha estado en otra parte, viendo de lejos y buscando a Kratos con esa rubia, hasta que una voz me regresa, me saca de mi ensimismamiento. —Ella es Kendra Williams —me presenta Ronan a un chico alto, rubio, de ojos de un color más azul que los míos—. Una amiga de Regina. Levanto la mirada y me sorprendo con lo guapo que es, estira su mano en mi dirección, estoy a nada de hacer lo mismo, sintiendo que sus ojos van directo a mis pechos, cuando alguien me rodea la cintura con demasiada fuerza, tiran de mí, evitando que le estreche la mano. Retengo el aire y todos se nos quedan viendo. —Ella es mía —dice una voz gruesa que me eriza la piel. Volteo y compruebo que se trata de Kratos, quien le lanza una advertencia con la mirada al pobre chico, para luego arrastrarme afuera. Me tropiezo un par de veces tratando de seguirle el paso a Kratos, el vestido que traigo puesto y los tacones altos no me ayudan en la tarea, sin embargo, hago todo lo posible, todo lo que está en mi
KENDRA—¿Por qué? La pregunta me saca de contexto, pero me empuja a ver lo que he hecho, y eso es tocarlo, en cuanto me doy cuenta de eso, lo suelto, retrocedo y me ajusto la bata de baño que aún tengo puesta. —Solo quiero saber qué es lo que hablaste con Ronan. Ahora se está comportando distante. No sé por qué. —Nada interesante, cosas de mafiosos —ironiza la última palabra—. En cuanto a las mujeres, si es lo que quieres saber realmente, sí, follé con una mujer de la Bratva, había escuchado que esas mujeres eran calientes y todas unas hembras en la cama, mi sorpresa fue grata al ver que es cierto. Me quedo sin aliento. —No lloriquearon —me mira por encima del hombro—. Descansa, Kendra. Cierra la puerta y con ello me vuelvo a quedar a solas, me duele el pecho, lo dijo por mí, porque yo no pude aguantar su polla, ¿qué clase de ser humano podría hacerlo siquiera? Me da igual, él y yo no somos nada, solo fue una follada, y al parecer, nada memorable para él. Me recuerdo que al fin
KENDRAEn cuanto esas palabras brotan de los labios de Ronan, siento que me quitan un enorme peso de encima de los hombros, pero al mismo tiempo creo que me estoy volviendo loca y que lo que acabo de escuchar es solo un sucio juego de mi mente perturbada. Todo me da vueltas, ordeno mis ideas, no estoy embarazada de Liam, y no estamos casados, me había sentido mal por sentirme como una perra infiel cuando me acosté con Kratos, luego de ver que Liam me era infiel con esa chica llamada Leona, ahora, pienso diferente y creo que todo pasa por algo. —No estoy casada con Liam —lo repito en voz alta para que me lo confirmen. —Así es —Ronan se cruza de brazos—. Pero él cree que sí, lo importante ahora es que descanses, deja que nosotros nos encarguemos de esto, sabemos que por el momento, Liam no sabrá que estás aquí. Y eso me deja tranquila, en serio, saber que por ahora no estamos juntos y no tiene la manera ni los medios de encontrarme, hacen que me sienta mucho mejor, pero eso no quita
KENDRALo maté por su culpa. Me congelo cuando escucho aquellas palabras que vienen de Ronan. Regina se quedó atrás un par de segundos mientras les ordenaba a algunas de sus empleadas, que prepararan dos habitaciones con todo lo necesario para que nosotros tengamos la mejor comodidad posible aquí. —Alan Tomkin —sigue hablando Ronan—. Un compañero de Kendra que trabajaba con ella en un restaurante. Cierro los ojos por un par de segundos y las imágenes de aquella noche vienen a mí como agua corriendo sobre mi cabeza, el frío que sentí ese día, es el mismo que me invade ahora mismo. PASADO, HACE DOS AÑOS. Miro la hora que marca mi reloj de mano, son las once de la noche, hoy es navidad y por ser un día festivo, la gente a la que se le ocurrió venir esta noche, es más de la normal. Muevo mi cuello con estrés, respirando profundo y sintiendo que el mundo no puede ser un peor lugar. —Nos vemos mañana. Espabilo. Levanto la mirada y me encuentro con la de Alan, mi compañero, rubio y de
Último capítulo