Capítulo 35. El precio del orgullo.
El silencio que siguió a la salida de Axel era denso, casi palpable. Alicia se dejó caer en el sofá, su cuerpo temblando ligeramente mientras las lágrimas finalmente corrían libres por sus mejillas, y ella no podía dejar de preguntarse si alguna vez había conocido realmente a Axel. ¿Había sido todo un espejismo, una construcción de su esperanza desesperada?
Stella se apresuró a sentarse a su lado, rodeándola con un brazo protector.
—Alicia, ¿qué pasó? —preguntó Stella con suavidad, su voz teñida de preocupación.
Guillermo, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se acercó y recogió las fotografías esparcidas por el suelo. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver su contenido.
—Creo que encontré la razón —murmuró, mostrándole las imágenes a Stella.
Stella jadeó al ver las fotos, su rostro, una mezcla de incredulidad y enojo.
—No puedo creer que Axel haya hecho esto —dijo, apretando los puños—. ¿Cómo pudo?
Alicia, entre sollozos, les contó sobre su encuentro con Miranda en