Mundo ficciónIniciar sesiónDespués de la conversación que tuvimos llegaron mis hermanos, mis padres les explicaron que algunas cosas de ahora en adelante iban a cambiar, sin exponer la verdadera razón de nuestra ruina. Pasaron dos meses y las cosas en casa fueron cambiando mucho, los choferes, las empeladas, los cocineros, y todo el personal en general fueron despedidos, yo aprendí a conducir y era la encargada de llevar y recoger a mis hermanos de la escuela, o sea yo hacia la de chofer.
Mientras mis padres buscaban empleo, yo tenía que ser la que manda en la casa, era la encargada de velar por mis hermanos, de hacer que cumplan con su rol diario. De vez en cuando pensaba en los lujos que disfrutaba, la ropa muy costosa, joyas lujosas, zapatos finos. Tenía la esperanza que todo eso, otra vez volvería a mi vida, pero la esperanza fue lo primero que murió, ya que papá no encontró empleo en ninguna empresa, todos lo que alguna vez llamó amigos desaparecieron, es más mi padre ni siquiera era bien visto en el mundo de los empresarios; pues para la ex empresa que había trabajado resulta que hacia muchas cosas ilegales, y eso lo dejó con muy mala reputación, me era difícil entender cuan frustrado estaba ese hombre por todo lo sucediso; en cuanto mi mamá nunca en la vida había trabajado le dificulto mucho conseguir empleo, y yo pues, empecé a vender mis cosas de valor por la mitad de precio, me dolió mucho haberme desecho de esas cosas que alguna vez habían sido tan esenciales en mi vida. Las deudas iban creciendo cada día, había que pagar el agua, la luz, impuestos por una cosa la otra, la casa, y con el sueldo de mamá no alcanzaba para pagar todo ya que trabajaba en un restaurant lavando platos y ollas. Mientras que las únicas opciones de trabajo para mi padre fue en una plantación de cebada, lo cual lo llevo lejos de su familia; jamás en mi vida imaginé ver a mi padre todo arapiento, trabajando en el sol. — ¡Bueno cariño! cuida a mamá y tus hermanos— Dijo mientras me abrazaba. — Enserio tienes que irte tan lejos— Le hablé al oido. — ¡Cariño! Estamos en la ciudad es obvio que las plantaciones quedan lejos de aquí — Murmuró — Escuchame te prometo que todo mejorará más adelante, sabes hija todo esto es una prueba nada más ya veras que volveremos a ser los de antes— Dijo mirándome a los ojos y dándome una sonrisa sincera. — ¡Te amo papá! Mencioné mientras lo volvía abraza. — Y yo a ti cariño — Se despidió de mamá y de mis hermanos también, a cada uno les dio esperanzas; mientras que el pequeño Ryan no sabía porque papá se alejaba de nosotros. Ya había trascurrido 6 meses desde el día que entramos en banca rota. En todo este tiempo las cosas se complicaron muchisimo para nosotros, la vida empezó a cobrarnos duramente pues se debía 2 meses de mensualidad en las escuelas de mis hermanos, un mes más de retraso y a mis hermanos le prohibirían asistir a clases, lo cual era humillante para ellos, en cuanto a mí, era la burla de todos mis compañeros, ya que no tomo mucho tiempo en salir la noticia de la quiebra de la empresa donde papá trabajaba, por ese motivo era el hazmerreír de la clase: — ¡Oye Marianne! ¿Por qué no me compras un Ferrari? Ya que tú eres extremadamente rica — Decían unos al verme entrar al salon. Además las chicas con las que hablaba empezaron alejarse de mi; y al igual que los demás se burlaban como si jamás hubieran sido mis amigas ¡Ya vaya que no lo eran! ya que entendí que solo estaban conmigo por mi dinero. —¡Niña rica! De casualidad tienes un par de zapatos para venderme— Le seguían otros, me decían eso y miles de cosas más, orgullo, dignidad, y otros sentimientos que no sabía que tenía me invadían, jamás pensé que estas personas sin dinero me humillaran así, entonces comencé a caminar más aprisa, en dirección al baño pero, doblando la esquina, tropecé con el tonto de Jeremy y caí al piso como un costal de papas. — ¿Estás bien?— Pregunto el flacucho mientras me extendía su mano para ayudarme. —Estoy bien— Le dije mientras me levantaba sola, rechazando su ayuda —¡Porque no te fijas por donde caminas tonto! — Vacilé molesta ya que lo último que quería mirar era la cara del tonto al quien moleste por mucho tiempo. —De hecho tú tropezaste conmigo. Así que, tú deberías fijarte por donde caminas — Dijo, mientras caminaba en dirección al aula a dar su horrible clase, quede muy sorprendida en la manera en que me hablo. — Como se atreve este tonto— murmuró entre dientes mientras entraba al baño. Observé algunas chicas mirarme fijamente y las escuché decir; ¡Es ella! Me dió algo de vergüenza y entre a un baño y me senté por un momento hasta que las otras se fueran pero no sucedió así en vez de eso, me arrojaron agua en cubetas por arriba mientras reian. — ¡Bienvenida a la Universidad! Niña rica; me alegra que ya hayas puesto los pies sobre la tierra — Mencionó, además golpearon mi puerta muchas veces y se fueron. Lloraba mientras abría la puerta, me miré al espejo habían arruinado mi ropa y cuadernos. Me quedé en el baño por horas, hasta que la Universidad quedo media vacía, ya que no queria que me vieran así, salí como pude de la Universidad inclusive tome un taxi para llegar a mi casa; lo bueno es que nadie me vió entrar, no había rastro de ninguno de mis hermanos y hoy era viernes mamá trabajaba doble turno. Entre a mi habitación me quite la ropa, tome una ducha y me acosté en la cama, a esperar otro miserable día como el de hoy.