— Vete a la mierda, Ivy.
Eso es todo lo que consigo mientras empiezo a moverme, tomándome mi tiempo, dándome cuenta de que puedo quitártelo todo, algo que pensaba que no era posible. Siento cómo me agarras por detrás de la cabeza, hundiendo tus dedos en mi cabello. Sé que me dejas tomar el control aquí, y el empoderamiento que siento me vuelve aún más húmeda y lista para ti.
Mi nombre sale de tus labios varias veces antes de que te retires y salgas de mi boca. Te arrodillas frente a mí, y me muerdo el labio mientras me miras con desconcierto.
— ¿Quién lo diría, pajarito cantor? Eres bastante buena para hacer otras cosas con tu boca —dices tocando mis labios hinchados—. Si te hubiera dejado continuar, no cabe duda de que habría acabado en tu garganta.
— ¿Quizás la próxima vez? —digo, y sueltas una risa oscura.
— Es un trato, pero ahora… te voy a follar.
Inspiro bruscamente y me echo hacia atrás sobre la cama, sentándome sobre mis pies. La cama se mueve con tu peso cuando subes a mi lad