Capítulo: La CaídaJusto después de cumplir veinte años, el Alfa y la Luna quieren salir a correr. No es nada extraordinario, vamos a movernos y correr cerca de las tierras de la manada. El aire es fresco, el cielo claro. La luna todavía no ha salido, pero Seles está inquieta, como si algo se avecinara. Normalmente corro con ellos para dejar salir a Seles, pero también mantengo los ojos abiertos por si surge algún problema. Es mi deber como guardiana personal, y aunque confío en su fuerza, no puedo evitar ser precavida. Ha habido reportes sobre una oleada de forajidos por todas partes, así que me mantengo alerta.El Alfa y la Luna me dicen que no me preocupe, que podrían arreglárselas solos si pasa algo, así que no todo recae sobre mí. Me sonríen, y durante un breve momento, me relajo. Parecen felices. Unidos. Fuertes. Creí que nada podía romper ese equilibrio.Pero ni siquiera llegamos a salir a correr.Apenas cruzamos los límites de la manada, siento que algo no va bien. El silencio
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