83. Él debe sentir algo por ella
Lana se sentó lentamente en la cama y apoyó una mano sobre su abdomen.
—¿Por qué me siento así? —susurró.
No había respuesta.
Solo un mareo suave, una punzada y un aroma que ella misma no lograba identificar. Era como si su piel se hubiera vuelto más dulce.
Pero Lana lo atribuyó al frío, al estrés, al miedo.
No le prestó demasiada atención, incluso a las náuseas y los vómitos que vinieron después.
Zoe caminaba por el pasillo con la bandeja de comida en las manos. Cada vez que el Alfa la enviaba a ver a Lana su pecho latía más rápido.
Era evidente la preocupación del macho por ella, Zoe intuía que él estaba tratando de fingir para las personas que querían la sangre de Lana.
Y eso la sorprendía porque él no estaría actuando de ese modo a menos que... la amara.
Lamentablemente ella no podía decir nada a Lana ni advertirle, pero quería protegerla, quería ayudarla. Sin embargo, nunca la dejaban estar demasiado tiempo dentro con ella.
Llegó a la celda y abrió la reja con suavidad.