76. ¡Mía!
—Eryx...
Sus ojos la estaban devorando en ese momento y de alguna manera eso dolía, porque si Eryx hubiera llegado unos minutos antes, hubiera captado el aroma sangre y ella no estaría siendo sostenida por sus fuertes brazos, sino siendo llevada de vuelta a la manada para ser juzgada.
—Calla —dictó él mirándola fijamente.
Ella cerró los ojos sintiéndose intimidada por su mirada.
—No me digas qué hacer —gruñó ella y escuchó una risa baja de él.
Lo que hizo que contuviera el aliento por un instante antes de sentir sus labios rozando su cuello con sus labios.
—Eres mía.
—No lo soy.
—Demasiado tarde. Tu cuerpo no está de acuerdo contigo, cachorra.
De repente Eryx tomó sus labios en un beso intenso, feroz e irresistible.
Ella gimió al sentirlo, su lengua, su aliento, el dominio que ejercía sobre ella la hacía derretirse. Ella le devolvió el beso con urgencia y hambre.
Casi inconscientemente sus manos se aferraron a los hombros de él como si pudiera ahogar el dolor, como si el cuerpo de Ery