63. Precisión animal
Los presentes desviaron la mirada.
El silencio volvió, denso, absoluto.
Eryx se acercó entonces, su estatura, su presencia, su olor... todo gritaba peligro y poder. El instinto de los demás Alfas reaccionó sin permiso, algunos agacharon la cabeza levemente, otros tensaron los músculos para no hacerlo.
El Alfa de la manada Bronze respiró hondo.
—Eryx... todos respetamos tu fuerza. Pero si los rumores son ciertos, si esa hembra...
Eryx giró el rostro hacia él, un simple movimiento, pero bastó para hacerlo callar.
Sus ojos brillaron brevemente con el resplandor dorado de su lobo.
—Cuidado con tus palabras —murmuró—. Piensa bien lo que estás a punto de decir.
El Alfa lo miró contenido aunque por dentro estaba furioso, no solo por sus incineraciones, sino también porque había tenido que dejar a Lana sola después de lo que había pasado entre ambos.
—Lo que quiero decir es que sabemos cuánto proteges a tus concubinas, pero...
—¿Necesitan algo más sólido que un intento de violación a una hemb