26. Ambos lo pagarán
Por la mañana, el ambiente en la cabaña era denso. Lana no podía levantar la mirada de la taza de infusión que Eryx había dejado frente a ella. Su estómago estaba demasiado revuelto como para comer algo.
Él tampoco hablaba. Se mantenía de pie, con el torso desnudo, solo usando unos pantalones de lino que dejaban ver los músculos de su abdomen y las venas marcadas en sus brazos.
Lana tragó saliva.
El calor que había sentido la noche anterior se repetía en oleadas con solo mirarlo. Era una maldita tortura.
Él la miró con una expresión ilegible. Pero dentro de Eryx, el deseo hervía como lava a punto de romper el suelo. Seguía tratando de apartar la mirada de ella y pero sus ojos siempre la buscaban como hechizados al verla descalza con el cabello revuelto, su camisa sobre su cuerpo no resaltaba sus curvas por lo ancha que le quedaba pero sí dejaba ver sus muslos tentadores.
‘’No vayas por ese camino, Eryx.’’
Ambos evitaron cruzar miradas mientras desayunaban en silencio. El sonido de los