16. No soy una cachorra
Los aullidos de advertencia partieron el cielo como cuchillos.
El ataque fue repentino, brutal, una emboscada que ni el propio Eryx había olido venir. El fuego de los enemigos había alcanzado los muros de la manada y en segundos, todo era caos.
Lana estaba dando un paseo con Zoe cuando el estruendo del primer impacto la dejó paralizada. No era su primera vez presenciando violencia pero sí la primera vez en medio del infierno.
—¡Lana, corre! —gritó Zoe con los ojos llenos de pánico.
Pero antes de que Lana pudiera moverse, un lobo enorme con ojos verdes embistió en su dirección. Su corazón se detuvo y su cuerpo no le respondió.
El macho iba a alcanzarla, a matarla pero de repente una sombra negra cruzó a toda velocidad.
Lana escuchó un gruñido animal seguido del crujido de huesos y luego silencio.
El cuerpo del enemigo cayó hecho trizas.
La hembra dio un paso atrás temblando hasta que alzó los ojos hasta el macho que estaba frente a ella respirando con violencia. Su pecho subía y baj