104. Contracciones
El viento estaba helado, Lana lo sintió abrirse paso por su abrigo barato, erizando su piel sensible y su vientre enorme.
"Respira...respira..."
No funcionaba.
Las contracciones ya no eran suaves ni intermitentes, ella sentía cuchillas despiadadas desde dentro, su cuerpo estaba indicándole que había llegado la hora y no pensara esperar ni un minuto más.
Ella pensaba estúpidamente que podría hacer la entrega de los pasteles antes de poder volver a casa y parir.
Para una loba era fácil hacerlo, solo tenía que convertirse, el problema es que ella ni siquiera tenía a su loba aún por ser tan joven, sin embargo, sabía lo que debía hacer, definitivamente no podría en una clínica humana, enseguida descubrirían que había algo raro con ella.
No obstante, no podía rechazar el trabajo porque era lo único que tenía.
Su sustento, aún le quedaba un poco del dinero que Caius le había dado pero eso no sería suficiente cuando su cachorro naciera.
Habían pasado meses desde que huyó de Eryx.
Meses trabaja