101. Nunca
Había cruzado el límite y había dejado atrás todo como siempre había soñado desde que era una niña.
Sin embargo, no sentía aquella alegría que había pensado que experimentaría cuando lo hiciera.
Por primera vez, se había sentido como en casa en la manada de Eryx, pero las circunstancias habían cambiado y ella no podía seguir soportando aquel dolor de verlo con otras hembras, mucho menos con Nina. Su vida y la de su cachorro se convertiría en un infierno y no iba a permitirlo.
Ya había soportado demasiado.
La marca ardía en su cuello como si algo siguiera presionándola, pero no se atrevió a tocarla, no se atrevió a pensar en él.
No quería.
Cada vez que su mente rozaba el nombre de Eryx algo dentro de ella se desgarraba, como si su alma quisiera correr de vuelta hacia él mientras sus pies seguían huyendo.
Lana apretó los párpados al ver luces blancas.
El tren en el que iba traqueteó vibrando bajo sus pies.
El mundo humano era ruidoso, impredecible, confuso. No tenía aroma a lobos, ni