El rugido silencioso del Nivel Tres de Agonía seguía pulsando en la psique de Aiden, pero ahora se mezclaba con el silencio ensordecedor de la derrota de Seth, el Alfa de Valle de Escarcha, humillado y despojado de su velocidad, había demostrado la tesis de El Maestro: el linaje Alfa puro era una antigüedad, una carnada.
Lía se acercó a Seth, cuyos músculos temblaban por el esfuerzo fallido de invocar su aura, su mirada era de acero, sin rastro de la empatía que Ethan proyectaba.
“Tu fuerza no sirve, Seth,” declaró Lía, su voz calma y brutalmente objetiva “Si insistes en atacarla, te desmantelará, y el Maestro ganará tiempo, el único camino es a través de la Anomalía.”
Seth levantó la cabeza, el orgullo no había desaparecido, sino que se había transformado en una rabia helada.
“¿Y qué vas a hacer tú, Beta? ¿Vas a usar tu... conexión con su dolor?” escupió Seth, incapaz de nombrar la Marca Rota sin un dejo de resentimiento.
“No usaré mi conexión,” corrigió Lía “Usaré la frecuencia anóm