El golpe del portón de roca había sido devastador, pero el Laberinto no había terminado con ellos, la fuerza de la colisión impulsó a Aiden y Ethan a través del túnel Sur, lejos de la luz que representaba Lía y Seth, el aire se hizo espeso y frío, la energía psíquica se concentró alrededor de ellos como un yunque invisible, forzando la voluntad contra la pared de piedra.
Ambos Alfas cayeron sobre una pila de escombros, Ethan se levantó primero, su cuerpo magullado pero su mente aún una fortaleza de calma pura, su única prioridad era su carga: Aiden.
Aiden no era simplemente un herido; era una víctima de resonancia psíquica, la agonía, que había sido Nivel Uno bajo el control de Lía, se disparó al Nivel Cuatro con el aislamiento, sin Lía para calibrar la frecuencia, y sin el estímulo de la misión visible, la Marca Rota ya no era un sensor: era un agujero negro que succionaba su conciencia.
“¡Cierra! ¡Cierra la compuerta! ¡Me está consumiendo!” Aiden se retorcía, sus manos agarrando la