Cap. 94: La propuesta.
Semanas después.
El cielo estaba despejado esa noche, lleno de estrellas que titilaban como si la ciudad entera hubiera decidido suspenderse en un suspiro. Amelia se dejó guiar por la mano firme de Iker, sin hacer preguntas, aunque la intriga le chispeaba en la mirada. Estaban en la azotea de un edificio alto, desde donde se divisaba el perfil nocturno de la ciudad.
Un helicóptero esperaba con las hélices ya en movimiento. Amelia se detuvo.
—¿Iker...? —preguntó, sin saber si reír o quedarse boquiabierta.
Él solo sonrió, le abrió la puerta y le tendió la mano.
—Confía en mí.
Ella lo hizo. Como tantas otras veces, sin saber a dónde iban, pero segura de que el destino valía la pena.
El despegue fue suave, y enseguida las luces de la ciudad se encogieron bajo ellos. Amelia pegó la frente al cristal, embobada por la vista: los puentes iluminados, las avenidas como serpientes de fuego, y el lago que reflejaba la luna como un espejo pulido.
—Nunca vi la ciudad desde aquí —murmuró.
—Quería