Cap. 93: El beso de despedida.
La cafetería quedaba a pocas cuadras. Se sentaron junto a la ventana. Afuera, la lluvia empezaba a marcar el cristal con gotas finas. Amelia respiró hondo antes de comenzar.
—Cuando descubrí que para Lisandro yo solo era un trofeo y que me daba anticonceptivos sin mi consentimiento… me sentí traicionada, vacía. Aquella noche él tenía listo hasta los papeles del divorcio, me echó a la calle. Y estaba sola, completamente sola.
Eulalia no dijo nada, pero no apartó la mirada.
—Entonces apareció Iker. No sabíamos quiénes éramos, fue solo una coincidencia. Sí, estuvo mal… acostarme con un desconocido. No lo justifico. Pero ese desconocido me dio la mayor alegría de mi vida: mi hijo. Gracias a él salí adelante.
Se pasó los dedos por la taza caliente.
—Sé que puede juzgarme, y lo entendería. Pero mi hijo no tiene por qué pagar por mis errores. Es un niño noble, brillante, con el corazón más grande que conozco. Y está confirmado que es hijo de Iker. Lo amo, y también amo a su sobrino. Quiero u