Cap. 39: ¿Son familia o no?
En uno de los salones adaptados para actividades lúdicas y cognitivas, los niños se movían como abejitas alrededor de una maqueta con sensores, cables y fichas de colores. Teo, con su ceño ligeramente fruncido —herencia pura de Amelia—, organizaba con precisión cada componente del prototipo que él mismo había bautizado como “Casa Eco Inteligente”.
Mara y Armando, lo seguían con admiración. Ella era la que tenía siempre la respuesta correcta; él, el encargado de probar hasta que todo explotara o funcionara, lo que ocurriera primero.
Y entre los tres, como un centinela con voz robótica y cuerpo de juguete de alta gama, Mateo, el pequeño robot con inteligencia emocional nivel “niño caprichoso”, parpadeaba con sus luces LED mientras grababa todo.
—¡Teo! —chilló Mara—. ¡Tu papá número dos viene otra vez!
Armando soltó una risita.
—¿Cuál de los dos? ¿El que te quiere abrazar cada vez que te ve o el que mira a tu mamá como si fuera el último pastel de chocolate del planeta?
—¡Shhh! —ordenó