Cap. 38: ¿Pasa algo con mi hijo?
Unos días después. El café "Della Rosa" tenía ese aroma acogedor que a Amelia siempre le había gustado. A esa hora de la mañana, el sol se filtraba a través de las cortinas blancas, iluminando las tazas de porcelana y las flores frescas en cada mesa. Clarissa ya estaba sentada en la terraza, agitando su cucharita en el capuchino mientras saludaba a Amelia con una sonrisa cómplice.

—Hoy sí llegaste a tiempo —bromeó al verla acercarse.

—Milagrosamente —respondió Amelia, dejando su bolso sobre la silla—. Te prometí que este desayuno era solo para amigas.

Iban apenas por los primeros sorbos cuando Clarissa, distraída, giró el rostro hacia el interior del local. Su ceja se arqueó con curiosidad y enseguida ladeó la cabeza.

—Amelia no mires ahora, pero el galán de tus pensamientos está aquí.

—¿Quién? —preguntó ella, sin entender.

—¿Quién más va a ser? El genio guapo de tu historia —murmuró con picardía—. Iker. Está al fondo, junto a una mujer que parece sacada de una revista de moda.

Amelia
Angellyna Merida

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