Me miré al espejo por enésima vez esa mañana y observé el vestido de terciopelo y los tacones rosa que había elegido usar junto al collar de perlas que había elegido con Wen hacía meses, cuando todo esto comenzó.

Si vuelvo mi vista al pasado, mi corazón palpita demás, porque mi vida actualmente parece un sueño hecho realidad.

—Agnes, ¿Estás lista? —Preguntó Oliver tocando la puerta de nuestra habitación.

—Sí. Ya bajo. —Respondí, mientras acariciaba el collar en mi cuello—. No puedo creer que todo esto sea real. —Susurré para mí misma en cuanto escuché sus pasos alejados.

Caminé hasta la puerta y salí de la habitación, pero antes de cerrarla la observé por unos segundos y me despedí de la habitación en la que había compartido tantas noches de pasión y deseo. Mi familia y yo ya no regresaríamos aquí.

Cerré la puerta y bajé las escaleras hasta el salón, donde ya me esperaban mis hijos con toda mi familia.

Amy, en tanto me vio corrió hacia mí y me abrazó.

—¡Mami, ¿A dónde vamos? —Pregunt