Consecuencias de la pasión.
Desperté de inmediato al escuchar un quejido desde la habitación principal, había pasado la noche en el sofá de la sala porque me había dormido sin darme cuenta.
El sol se colaba por la ventana, iluminando el salón con un resplandor dorado.
Escuché el quejido nuevamente, pero esta vez más silente, era la voz de Agnes.
Rápidamente caminé hacia la habitación.
Agnes aún estaba acostada, pero sus ojos estaban despiertos, casi llorando, mientras estaba envuelta en la cobija que le coloqué la noche anterior.
Me acerqué a ella y tras sentarme a su lado acaricié su cabello.
—¿Qué ocurre, Agnes? —Pregunté en un susurro, pero ella negó levemente—. Te escuché quejarte.
Ella negó y se envolvió aún más en las sábanas.
—No es nada.
—Dime. —Demandé buscando descubrir su rostro. Ella asomó su rostro y me miró con duda en sus ojos.
—Me duele todo. —Confesó avergonzada y con un deje de dolor.
La noche había sido intensa, y ambos lo sabíamos. La pasión desenfrenada nos había dejado exhaustos, pero Ag