—Lina, si Dany te está buscando va a tardar en hacerlo; Primero se tiene que instalar, organizarse, y después empezará a buscarte, cuando esté preparado. Además, tu familia ya no vive en el mismo lugar, al igual que tú; le va a llevar un tiempo el encontrarte, si es que llega a pasar eso —comenta Lucas, después que terminaron de relatarme cómo fue todo.
—¿Por qué dices "si llega a pasar eso"? Él va a encontrarme si me está buscando —le anuncio, asegurando algo que sé muy bien.
—Sí, pero estoy seguro que lo encontraremos antes de que pueda acercarte a ti, o alguien de tu familia; Además, como te dije, él va a tomarse su tiempo. Sabe que lo estamos buscando, tiene que esperar a que las cosas se calmen, y eso no va a pasar... yo no voy a dejar que pase —asegura.
—Yo menos —afirma Gaby.
—Estamos juntos en esto, Lina; no te vamos a dejar sola —Esta vez es Sole quien habla—. Ahora tienes que empezar con ese trabajo que me dijiste antes de viajar, porque estoy en quiebra, amiga —termina diciendo en forma de acusación.
—Sí, sí, lo sé... Cuando empiece la semana vamos a ocuparnos de eso —le digo, tranquilizándola.
—Sí chica, tienes una vida, la cual no puedes congelar por un parásito —escupe Gaby.
Él es una persona que siempre está haciendo bromas, y son contadas las veces que habla en serio; pero cuando algo no le gusta, o lo enoja, es para temerle.
—Gracias chicos, no sé qué haría sin ustedes —manifiesto, mientras me tiro encima de Gaby para que cambie su ceño fruncido; no me gusta verlo así.
—Lo que podrías hacer, es salir de encima, al menos hasta que hayas bajado esos kilos que subiste en tus vacaciones —contesta riendo y tratando de sacarme, porque le estoy mordiendo el hombro.
—No está gorda, deja de decirle así; todo porque no quieres reconocer que no tienes estabilidad en ese cuerpo flácido —me defiende Lucas, y Sole estalla en risas.
—Esto es todo músculos —se retuerce—. Lina, deja de morderme; me vas a dejar marcado, y voy a tener problemas mañana para conseguir una compañera de cama —fanfarronea.
—Por más que no tengas marcas, no vas a conseguir a nadie —le asegura Sole.
—A dónde vas mañana? —pregunto, acomodándome a su lado.
—A dónde vamos, mejor dicho —contesta, pasando su brazo por mis hombros.
—No —niego—. Yo no voy a ningún lado; recién llegado, y con todo esto no quiero salir —hablo alzando las manos y negando con la cabeza.
—Sí vas a venir; las extrañamos, y tenemos que festejar que están aquí. Además, con todo lo que pasa me das más la razón para salir —Gaby me aprieta contra sí con su brazo—. Hay que despejarse —demanda.
Quise hablar, pero Lucas lo hizo antes.
—Esta vez estoy con él; te conozco y sé que te vas a encerrar en tu nueva cueva, y eso no va a pasar —azuza, dejándome sin excusas.
—Yo me anoto, ni tienen que preguntar —argumenta Sole levantando la mano.
—Eso ya lo sabemos —declara Gaby.
Luego de que los chicos se fueron «muy tarde debo decir, ya que pidieron pizzas, cervezas y helado de postre», y después de que por fin se durmió Aye, que está durmiendo en mí cama, pude entrar a la ducha y descansar de todo lo que pasó en estas últimas semanas. Debo sacarme de la cabeza a Alemania, a Alex, esas casi dos semanas, ya Dany; Ahora debo pensar en buscar un lugar para abrir un pequeño descanso y empezar a trabajar. Tengo que volver mi vida a la normalidad; Sé que los chicos tienen razón, debo seguir adelante, y hacerlo más que nada por Aye, que es lo único que importa. Me va a ser muy difícil, porque me duele muchísimo lo que pasó con Alex y no voy a estar tranquila hasta que atrapen a Dany, pero tengo que ser fuerte y mantenerme en pie.
-¡¡Mamá!! —grita Aye desde mi cama, sacándome de mi ensimismamiento.
—¿Qué pasa Aye?
— ¿Dónde estás? —pregunta.
—En el baño, ya salgo —no termino de hablar, que ella se me aparece en la puerta.
—Mamá.
—¿Qué pasó?
—Me desperté y no estabas, y tuve miedo —dice sollozando.
—No llores, vamos a la cama —le digo, envolviéndome en una toalla para llevarla a la cama de nuevo.
—Tu teléfono estaba sonando, fue eso lo que me despertó —me avisa hipando conforme la acomodo en la cama.
—Bueno, ahora me fijo; seguro debe ser Sole con algunas de sus locuras —le digo con una sonrisa, arropándola y tratando que se ría.
Voy al armario y busco un pijama, me vi, y estoy por subir a la cama cuando recuerdo que Aye me había dicho que mi celular estaba sonando, así que lo busco en la mesita de noche para ver quién era y veo que tenía un mensaje de Alex; se me hizo un nudo en la garganta, al segundo mi piel se eriza, mi cuerpo se calienta... es una locura; ni siquiera está cerca, ni sé de qué se trata el mensaje, y esa es la reacción de mi maldito cuerpo traicionero. Cuando abro el mensaje se me escapa una puta lágrima traicionera; Era una foto mía, en la que estoy con un vestido negro de tirantes y las botas rojas. Espera, eso fue la primera vez que fui al boliche cubano, todavía no hablaba con él. Debajo de la foto decía.
"Fue la primera foto que te saqué sin que lo supieras. Perdón, pero no es mi culpa; la culpa la tienen esas jodidas botas".
No pude retener una sonrisa que se figuró en mi boca, ¿qué m****a tiene ese hombre que me hace sentir así, aunque estemos a millas de kilómetros de distancia? En eso suena de nuevo el celular, avisando que había otro mensaje; lo abro y resulta que también era una foto mía. En ella estoy durmiendo desnuda en su cama, sus sábanas tapan la mitad de abajo de mi cuerpo; esto también tiene un texto abajo.
"De las siete maravillas del mundo, eres la primera maravilla en mi vida"
—Dios mío... no hagas esto, Alex —susurro cayendo al suelo.
No lo hagas más difícil. No es fácil. ¿Por qué no lo entiendes? Apago el celular sin querer saber nada más de sus mensajes, esto no me hace bien, y espero que Erik no le haya contado nada de lo que pasó antes de venir.
Me acuesto sacudiendo mi cabeza para sacar todo pensamiento de él; voy a necesitar dormir dos días, como mínimo, para sacar este cansancio, el dolor en mi cuerpo y la molestia en mi cabeza; Que no empiece a dolerme, que quiero dormir.
Alex está sobre mí, besando mi cuello, una de sus manos empiezan a bajar por mi costado, la pasa por mi vientre y sigue bajando; me mira y me dedica esa media sonrisa maliciosa y traviesa. Llega a mi sexo y pasa un dedo por mis labios vaginales, gimo al sentir el sutil roce; él se dedica a mirar mi reacción, mientras me toca. Con sus dedos se abre paso por mis pliegues, introduce dos dedos en mí arrancándome un fuerte gemido, luego los empieza a mover en forma circular, los introduce más a fondo; empiezo a mover mis caderas, los saca y largo un jadeo en protesta, pero sin previo aviso mete tres de sus dedos; Rápidamente atraca mi boca para llamar mi gemido y me besa con fuerza, guerrilleando con su lengua la mía, provocando la guerra más apasionada que pueda llegar a vivir. Sus dedos y su lengua se sincronizan en un mismo movimiento. Mi cuerpo se tensa, un calor infernal empieza a recorrer mi espina dorsal, mi orgasmo se acerca y él ya se dio cuenta.
—Córrete para mí —susurra en mi oído. Empiezo a convulsionar y de un grito...
—¡¡Mierda!! —jadeo al despertar—. Era un sueño; maldito seas Alex, hasta en mis sueños haces que mi cuerpo me traicione. —No sé por qué estoy hablando sola como una loca, si él no está aquí.
Me recuesto y giro hacia donde está Aye durmiendo. Con la imagen de mi hija, esa imagen de paz, termino quedándome dormida.