Capítulo 4

Capítulo 4.

— ¿No piensas decir nada, Erdogan? ¿Cuál es el problema con que tu hermana se case?— Simoné se cruza de brazo y alza una de sus cejas.

— ¿Te atreves a preguntar cuál es el maldito problema?— Erdogan eleva la voz más de la cuenta sorprendiendo a ambas mujeres.

—Erdogan... cálmate por favor—, Efsun susurra suavemente cerca de su hermano.

— ¡No me voy a calmar!— Mira desafiante a su madre.

— ¡No me faltes el respeto, Erdogan! No veo el problema en todo este asunto. Se que amas a tu hermana, pero es parte del ciclo de la vida, ella debe contraer matrimonio y ser feliz—. El disgusto se reflejaba en las facciones de su rostro.

— ¿Cómo puedes pensar que será feliz si ustedes piensan comprometerla con alguien que a ustedes les agrade, no alguien a quien ella ame—, suspira fastidiado, siente que esta conversación no los conducirá a nada bueno.

—Deja de ser tan soñador hijo— Deja escapar un prolongado suspiro mientras gira su rostro para observar fijamente a la joven—. ¿Acaso estás enamorada? Puedo hablar con tu padre, pero debes decirme quién es el afortunado así él ve si te conviene o no— le dedica una sonrisa cómplice.

Efsun, de pronto se sintió acorralada. Su corazón ya tenía dueño, pero no era algo que pudiera gritar a los cuatro vientos. Observa a Erdogan, quien la mira expectante y posteriormente observa a su madrastra, quien se muestra divertida ante su confusión. Quiere decir que está enamorada, que Erdogan es el hombre de su vida, que sabe cuan prohibido es, sin embargo a su corazón no le importa. Todas esas palabras se atoran en su garganta y mueren en su pecho, por que la realidad de sus palabras son muy diferentes.

—No, yo no estoy enamorada de nadie. No sé como llegaste a esa conclusión—, desvía la mirada—. No estoy de acuerdo con comprometerme con un completo extraño, pero no hay mucho que pueda hacer.

Ante las palabras de la joven, Erdogan se sintió traicionado. Sin decir palabra alguna abandonó la sala y salió a la calle, procurando cerrar la puerta de manera estrepitosa, haciendo notar su partida. Ambas mujeres se miraron confusas, fingiendo no entender el comportamiento del chico. Para ambas era evidente que estaba celoso, Simoné lo asociaba a celos de hermanos, pero Efsun lo veía de manera muy diferente.

—Efsun, querida, ahora debo salir pero volveré temprano— se acerca a la joven y deja un beso sobre su frente—. Por cierto, tu padre no regresará hasta dentro de unos días, viajo a la haciendo de los Stuart por negocios.

—Gracias por avisarme, Simoné— intenta sonreír pero solo consigue hacer una mueca—, cualquier cosa estaré en mi habitación.

Rápidamente sube las escaleras y se encierra en su habitación esperando el momento en que su madrastra abandone la casa. Se pasea de un lado al otro impaciente, mientras en intervalos de segundos observa por la ventana. Necesita ir tras su hermano, darle una explicación, aunque honestamente no ha pensado en que decirle. Lo único que tiene claro es que desea arreglar las cosas con él.

Finalmente su madrastra abandona la casa, espera unos quince minutos y al ver que no regresa decide abandonar su habitación y encaminarse a la salida. Una vez fuera comienza a caminar por los alrededores, pero no hay rastros de su hermano. Comienza a preocuparse más de la cuenta al terminar de visitar todos los lugares que frecuentaban juntos y no hallar rastros de él.

Dándose por vencida decide regresar a casa y esperar pacientemente a que llegue. Mientras camina sumida en sus pensamientos, unos fuertes brazos se envuelven alrededor de su estrecha cintura y le impiden avanzar. Se gira bruscamente para ver de quien se trata, pero ante su acción el agarre se torna más apretado, casi asfixiante.

—Hola hermanita, ¿que haces en la calle? Sabes muy bien que papá no te permite salir sola—, susurra aquellas palabras en el oído de la joven, disfrutando más de la cuenta la cercanía entre ambos.

— ¡Ya lo sé, Emrah! No necesitas recordarme cada m*****a cosa—, se remueve incómoda de entre sus brazos más no logra zafarse—. Ahora Suéltame idiota.

—Apuesto que si fuera Erdogan quien te toma así te quedarías callada—. Con una de sus manos sube y baja lenta y constantemente por el vientre de la joven, quedando grabada la suave textura del vestido que llevaba puesto en la palma de su mano—, si él te tocara de este modo también te gustaría, ¿a que sí?

—Emrah, detente...—, deja de forcejear ante la mención de su otro hermano.

¿Acaso Emrah se daba cuenta de sus sentimientos por Erdogan? ¿Tan evidente era? En ese momento una intensa angustia se alojó en el centro de su pecho, sus ojos se cristalizaron a causa de las lágrimas que contenía y tan solo deseaba salir corriendo. Correr hasta que sus piernas dolieron, correr hasta quedar sin aliento, correr hasta donde estaba él y refugiarse entre sus brazos.

—No deberías ser tan cruel conmigo—, reparte reiterados besos en la nuca de la joven—. Ahora vamos a casa y no quiero objeciones.

—Yo... yo, no...— de su boca solo salen balbuceos sin sentido, no desea ir con él, ni mucho menos que él la toque.

Emrah, aprovechando el estado absorto de la chica la toma de la muñeca con agarre firme y comienzó a caminar rumbo a casa, jaloneando a su hermanastra con él. Desde que se mudaron a la casa de los Cavendish, se flecho con la infantil belleza de Efsun. Pero a medida que el tiempo pasaba la joven se transformaba en una hermosa mujer y Emrah deseaba poseerla.

Todos sus planes se ven frustrados ante la presencia de Erdogan, quién los esperaba en la entrada de la hacienda. Efsun al verlo se sintió aliviada y segura, rápidamente se safó del agarre de Emrah y corrió a los brazos de su hermano, pero esta vez no la esperó con los brazos abiertos, solo le hizo un hiriente desprecio y se adentró en la casa, dejando a la chica perpleja ante su arisca reacción y a Emrah con una sonrisa floja en los labios.

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