Capitulo 11

Rechinaba los dientes cada vez que el cuero de la fusta se azotaba con violencia contra su espalda. Desde niño le inculcaron que los hombres no debían llorar, debían ser fuertes y soportar todo estoicamente, sin embargo, quería ser un poco menos hombre y llorar como niño pequeño. Ya había perdido la cuenta de los latigazos que su iracundo padre le había propinado como castigo por su falta de respeto, la espalda le escuece y puede sentir la sangre deslizarse por su blanquecina piel.

— ¡Me dejaste en ridículo maldito infeliz! Por tu falta he perdido la oportunidad de extender mi poderío—. Azotó con fuerza desmedida la fusta sobre la ensangrentada espalda del chico.

Erdogan quiso replicar, decir cualquier cosa con tal de que Edmundo se detuviera, simplemente no pudo, con el último golpe la inconsciencia se hizo presente y para él todo se tornó en una densa oscuridad. Edmundo al ver a su hijo desmayado mando a llamar un par de sirvientas para que limpiarán el cobertizo y retiraran las man
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