—Suerte.
—No, la suerte no entra aquí.
Ella pensaba que hubiera dado media vida por toparse con Laila Ansar y casarse con el bello hermano de Amed; pero, si decía esto en voz alta, Amed la tiraría al viento y no podía darse esos lujos, así que se le ocurrió decir:
—Entonces mi querido, investiga las cosas puede que des con algo raro, ¿no crees? Ella ostenta el apellido Bandrés, no es un apellido común.
—¿Bandrés? Conozco a unos Bandrés de la zona de comercio, gente respetable y muy estricta en las costumbres.
—¿Piensas que Malak pertenezca a esa familia?
—No lo sé, aunque puedo investigar—tomó su teléfono e hizo unas llamadas—vendrá a visitarme un importante e influyente hombre de la ciudad, lo recibiremos en breve.
Amed miró a su preciosa Harbi y le dijo:
—¿Sabes por qué estoy contigo?—la agarró—porque opinas como yo, eres mi otra mitad Rania.
Ella sonrió si tenía suerte tendría un anillo de boda de ese tipo o