Capítulo 41.- La sospecha.
El viento nocturno recorría la terraza del ático como un susurro inquieto. Blair se envolvía en su propia quietud mientras observaba las luces que titilaban en la ciudad a lo lejos. Frente a ella, una mesa servida con esmero ofrecía el reflejo dorado de las copas de vino y la calidez de las velas. Cyrus había ordenado una cena íntima, lejos de reuniones, tratos y tensiones corporativas. Pero aunque el ambiente lo rodeaba todo con un aire de lujo, la mente de Blair estaba en otra parte.
Cyrus lo notaba.
Sentado frente a ella, con los codos apoyados sobre el respaldo de la silla y los ojos fijos en cada gesto de su compañera, detectaba algo que no cuadraba. Blair estaba presente, sí, pero al mismo tiempo parecía estar escuchando voces lejanas que lo excluían a él.
—No has probado el vino —dijo Cyrus con una sonrisa, girando su copa con movimientos pausados.
Blair se sobresaltó y levantó la suya con torpeza. —Lo siento… estaba distraída.
Cyrus inclinó la cabeza. La estudió con esa mirada