Capítulo 11.- Fuego contenido.
La noche en la clínica l era un mar de silencio, roto solo por el lejano pitido de las máquinas y algún paso perdido en el pasillo. Blair se removió en la cama con inquietud, incapaz de encontrar una postura que no le recordara el ardor de la herida. El brazo vendado pesaba, y el calor bajo las sábanas se hacía insoportable.
Cuando abrió los ojos, lo vio. Cyrus estaba allí, sentado en el sillón junto a la cama, con la chaqueta colgando del respaldo y la camisa abierta en el cuello. Parecía no haberse movido en horas, como si cada segundo que pasaba lejos de ella fuera un riesgo demasiado alto.
—¿Todavía estás aquí? —murmuró Blair con la voz suave por el cansancio.
Él levantó la mirada y sonrió con un gesto cansado pero intenso. Eso provocó que un escalofrío recorriera el cuerpo de la joven capitana.
—Dije que no me iría. —esbozó esa sonrisa prepotente que la desarmaba—. Y lo que prometo, lo cumplo.
Ella quiso replicar, pero sus labio