Capítulo 126

Cuando Scott entró, vio esa dinámica sin esfuerzo. El padre, sentado con una autoridad natural. El hijo, allí para observar, para conocer. Y él, en medio de todo eso, siendo consciente de que la jugada estaba decidida mucho antes de que entrara. El puesto, la oportunidad que tanto había anhelado, no se decidiría por sus méritos, por su currículum, por sus ideas innovadoras. Se decidiría por lo que el hijito de papi dijera.

Scott se sentó en la silla frente al escritorio, manteniendo una postura erguida, y comenzó a repasar en su mente los puntos clave que quería destacar. Sabía que no era el lugar más cómodo para alguien como él. Había hecho todo lo posible por aprender sobre el sector, por estudiar el mercado, las tendencias, los competidores. Lo había hecho todo, y sabía que estaba preparado. Pero en el fondo, un sentimiento de desajuste seguía rondando en su cabeza, como si el universo ya le hubiera dicho que ese mundo, el que había soñado conquistar, no lo aceptaría fácilmente.

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