NARRA BERENICE
Iba a besarme y yo quería que lo hiciera.
La cercanía de su cuerpo no me dejaba pensar claramente. ¿Cómo habíamos terminado así?
Sus labios rosaron los míos y todo mi cuerpo sufrió miles de descargas eléctricas cuerpo. Mis manos jugaban con el cabello de su nuca, una de las suyas estaba en mi cintura y la otra acariciando delicadamente mi mejilla. Cuando abrí los ojos y lo miré a los suyos, la imagen de Benjamín se vino a mi cabeza e hizo que ponga los pies sobre la tierra.
¿Qué estaba a punto de hacer?
—¡No! —dije separándome de él dejándolo confundido—. Esto no está bien, Emerson — mi respiración se volvió errática.
—Lo siento Berenice, no sé que me sucedió —contestó jalándose los cabellos—. Será mejor que me vaya.
—Gracias por habernos acompañado hoy —dije y me acerqué a él para darle un beso en la mejilla—. Hasta luego.
—Hasta luego, Berenice —se despidió y se marchó.
Apenas cerró la puerta, fui rápidamente al baño y me eché a llorar como una niña pequeña. Lloré por