Leonard
Me encuentro furioso, más que molesto. La actitud de Estefanía hacia mi esposa es inaceptable. Eso me pasa por haber sido, en el pasado, un estúpido hombre buscando placer en mujeres que no valían ni el aire que respiraban. Pero eso quedó atrás. Ahora tengo a Analisse. Y cada vez que la miro, sé que jamás me aburriré de ella, de su cuerpo, de su forma de amarme.
Mientras entro en la habitación, ella me espera vestida con un pijama ligero, traslúcido, que deja poco a la imaginación. No puedo apartar los ojos de ella. Sus pechos, perfectamente redondos, se insinúan bajo la fina tela, y la visión provoca que mi deseo despierte de inmediato. Estoy con un short, listo para dormir, pero ante semejante visión, dormir es lo último que quiero hacer.
Analisse se acerca con esa mirada pícara que sabe muy bien el efecto que tiene en mí. Me acerco, la tomo de la cintura y la beso en los labios, profundo, intenso. Mis dedos bajan lentamente el tirante de su pijama, dejando al descubierto pa