Analisse.
Lo único que compré fueron unos mamelucos para el bebé. No importa cuánto tiempo lo tenga conmigo, los meses que esté a mi lado quiero vestirlo, apapacharlo, sentirlo. Aunque me siento muy culpable, no imaginé que me llenaría de tanto amor y ternura con solo sentirlo dentro de mí. Imaginar tenerlo en mis brazos me hace sentir la mujer más feliz del mundo a pesar de todo lo que he estado pasando últimamente.
Cuando llegamos a casa, le mostré a mamá las cosas que había comprado. Se sintió contenta, incluso sonrió al ver el empaque de bebés.
—¿Compraste algunas cositas para el bebé? —me preguntó con ternura.
—Sí solo algunos mamelucos, calcetines, gorritos… Cuando nazca estará conmigo, al menos por tres meses. Después no sé qué pasará.
—¿Solo tres meses? —repitió mi madre, preocupada.
—Sí, muy poco tiempo, mamá.
—Hija… —empezó mamá, sentándose en la cama. Me miró con sus ojos llenos de compasión—. No sé si me creas o si piensas que te estoy fastidiando con esto, pero el día que